viernes, 27 de enero de 2017

INTRODUCCIÓN



     Tony Levin gasta poca energía cuando camina, pocas palabras cuando habla, y ninguna nota cuando toca. Su uso del espacio, de su discurso, y del sonido es racionado como si una escasez de estas dimensiones de la vida fuera inminente. A él le gusta llegar al punto de las cosas en su música y en fotografía con el mínimo de alboroto y el máximo de control, una cualidad comparable según el crítico Kennet Tynan a la noción del "duende", una palabra española íntimamente conectada a la transmisión maestra de la emoción. Para ser breves, cada trazo del pincel cuenta.

Hay admirables y mínimas cualidades para aplicar a la poesía, un medio de expresar unos puntos de vista, agudamente enfocados, acerca del mundo. El poeta usa sonido, rima, y ritmo para comunicar la experiencia vivida sin escándalo y con control. En cada poema de este volumen, Tony levanta una porción (rebanada) de vida y le da la vuelta en la palma de su mano para considerarla y revaluarla desde los dos ángulos. Al hacer esto, invita a la contemplación de su estructura, su forma, y su significado, aunque su experiencia pueda ser idiosincrática.

Si los temas son reflexivos en el recuerdo de Lennon o Hendrix, misteriosos haciendo música con un simio bonobo, o nostálgicos en el abandono y recuperación de la estabilidad y la permanencia, todos ellos son parte de una visión del mundo, extravagante, Levinesca, del modo en que las cosas encajan - desde la sopa hasta las partículas aceleradoras, desde la humilde máquina del café hasta el potente plutonio - a lo que nosotros estamos amablemente invitados a compartir. Con una sonrisa en su rostro, esta pequeña antología ofrece alimento para el pensamiento y refresco para el alma. Un buen día puede incluso, en palabras de T.S. Eliot, "hacernos ver el mundo de nuevo". 




Bill Bruford, marzo 2016

No hay comentarios:

Publicar un comentario